Querido hermano.
Como recordarás nos vendieron la Ley Antitabaco como la panacea. El desarrollo de la ley duró muchos meses y estoy seguro que usaron grandes cantidades de mi dinero (imagina las reuniones, viajes, estudios, publicaciones, ruedas de prensa...) para ponerla en marcha. Además fue publicitada convenientemente hasta que no hubo nadie en el país que pudiera aducir desconocimiento.
No quiero entrar aquí a dilucidar los motivos de la total inoperancia de la norma en el sector de la hostelería y sólo quiero dejar constancia de la triste realidad del incumplimiento de una ley, que debería haber servido para proteger al no fumador y para disminuir el consumo de tabaco, no ha funcionado en ninguno de los dos sentidos.
Parece ser que las ventas de tabaco no sólo no han disminuido (creo que apenas un 3% las de cigarrillos convencionales aunque las de tabaco de liar y de pipa han aumentado) sino que las compañías han mejorado sus ingresos.
Y es seguro que, excepto en unas pocas cadenas, es difícil entrar en una cafetería o restaurante, de más de 100 metros cuadrados, que cumpla con la ley a la hora de separar convenientemente zonas de fumadores y no-fumadores. En Madrid añadiré, porque es de donde dispongo de más datos, aunque me temo que la inoperancia es aplicable al resto de España.
Y esto es así en un asunto de salud pública cuya simplicidad inicial, la necesidad de proteger los derechos del no fumador, y a pesar de los esfuerzos distorsionadores del lobby tabaquero, hacen que la ley ya haya nacido con el estigma de injusta por retrasada y blanda.
Así que exigo:
- Que dimitan los resposables políticos de la Ley antitabaco.
- Que los responsables técnicos emitan un informe con las causas del fracaso de la ley.
- Que mientras se redacta una nueva ley se hagan todos los esfuerzos para hacer cumplir la existente.
- Que el procedimiento de redacción de esta nueva ley sea financiado, mediante un impuesto extraordinario, por la industria tabaquera.
