miércoles, 20 de junio de 2007

Algunos derechos fundamentales

Querido Edu.

La lectura de éste post de Martin Varsavsky me ha recordado el cabreo que me produjo la sensación de impotencia mientras, la semana pasada, acompañaba a la bella V. a renovarse el pasaporte. A media tarde del viernes la cola en la oficina de Santa Engracia, para la entrega de la documentación necesaria para la renovación, era de más de 300 metros. Sí señor, trescientos metros para un trámite obligatorio para ejercer el derecho fundamental de moverse por el mundo.

Lo peor es que V. me contó que había intentado la renovación en la comisaría de Alcobendas durante la misma semana y tuvo que insistir, no me lo creía, en explicarme el procedimiento: sufridos ciudadanos, que después tendrán que ir a trabajar, hacen cola ¡desde las 5 de la mañana! a la puerta de la comisaría con el único fin de coger uno de los números (¡nunca se sabe cuantos repartirán!) que abren la posibilidad de entregar la documentación necesaria ese mismo día. Así como lo oyes querido hermano, es posible sufrir la cola entera y que, en el último momento un policía te diga que no, que vuelva usted mañana.

Como ya sabes, querido Edu, tengo especial aversión a las colas y considero que un estado moderno que, a pesar de las promesas, aumenta año a año la presión impositiva debería, al menos, resolver de manera eficaz todas aquellas gestiones obligatorias necesarias para el disfrute de los derechos fundamentales. Seguro que te has fijado en el contraste entre las facilidades que tiene el ciudadano a la hora de pagar multas (una simple orden a mi banco por Internet es suficiente) y las pesadas colas necesarias para hacer cualquier gestión que implique a la Dirección General de Tráfico.

Comprendo que las dificultades serán muchas, pero cuando veo las desproporcionadas cantidades de nuestros euros empleadas en la mejora tecnológica de los bancos de sus señorías o de la horrible (en el sentido más amplio de la palabra) Web del congreso, pienso que hay soluciones creativas que mejoran este estado de cosas.

A mi se me ocurre, por ejemplo, el empleo, por unas pocas horas al día, de la inmensa cantidad de mano de obra de ciudadanos que cobran el paro y que no encuentran trabajo. Podrían mantenerse saludablemente ocupados, realizando ciertas tareas rutinarias (bajo supervisión de funcionarios de carrera), mientras realizan un servicio a la comunidad.

Querido Edu, puede ser esta idea u otras lo que es cierto es que nada cambia si no se piensa de manera diferente. Sólo hay que ponerse, ya verán cuantos votos gana el que lo haga.

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