Lo malo de la declaración de la renta es que a muchos les lleva a pensar que son estos los únicos euros con los que el Estado se maneja. Debería obligarse, por ley, a informar de aquella parte de los precios que pagamos todos los días, que se dedica a la satisfacción de impuestos (y no sólo el I.V.A.). Quizá así, seríamos más conscientes de todo lo que le damos al Estado y nos volveríamos más exigentes con el uso que se le da.
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