martes, 2 de octubre de 2007

Iluminados

Querido hermano.

Lo primero que nos falla a los ateos (y con esto no te quiero incluir en el grupo, tampoco te quiero excluir, dímelo tú) es el nombre. Apostaría a que lo puso un creyente, un creyente muy listo.

No hay que ser filólogo para darse cuenta de que la etimología de la palabra es la negación "sin dios". El diccionario de la academia nos habla de "el que niega la existencia de Dios". Origen y significado actuales negativos. El ateo es el renegado, el que abandona la creencia, el que sale del redil. Pero lo peor no es este sentido negativo, sino la idea de que el ateo reconoce la existencia de dios para luego negarla. Por lo tanto una definición teocéntrica.

Así que propongo cambiarle el nombre a la cosa, darle un sentido positivo a la postura. El ateo no es el que niega la existencia de dios, es el que afirma el valor de la razón, de la ciencia, de la dialéctica y del sentido crítico. Pongámonos otro nombre. Llamémonos, por ejemplo, iluminados.

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