domingo, 22 de julio de 2007

Tensión

Querido hermano.

Reposado todo lo que he visto, oído y leído sobre Turquía en los últimos veinte días estoy en condiciones de escribir algo más reposado.

La idea fundamental es que se trata de un país que está en constante tensión. Además la tensión es en varios ejes:


Islam - Laicidad

Turquía creo que es el único país de mayoría musulmana (más del 95% de la población) cuyo Estado se declara laico en la Constitución. La aplicación de este principio ha tenido altibajos en la historia reciente desde su proclamación por Ataturk. Pero se ha mantenido siempre a salvo, entre otras cosas, porque ha contado con el respaldo de un ejército que siempre ha respaldado la separación Estado - Islam. Sólo últimamente, desde la llegada al poder del Partido de la Justicia y del Desarrollo (AKP) liderado por el ex-alcalde de Estambul Tayyip Erdogan, se ha extendido el miedo entre los partidarios del laicismo de un giro hacia posiciones más acordes con algunos estados islamistas vecinos.

Mi opinión es que el AKP viene utilizando ciertas consignas conservadoras y antiamericanas sólo de manera electoralista y con el fin de mantener buenas relaciones con sus vecinos más inmediatos entre los que se encuentran Irán y Siria.


Europa - EEUU

Tradicional aliado de Estados Unidos en la zona, la relación con los americanos no pasa por un buen momento desde la invasión de Irak. Turquía apoyó claramente a los países contrarios a la invasión y eso no gustó nada a la administración Bush.

El partido Islamista moderado, que parece que hoy mismo volverá a ganar las elecciones, anda últimamente firmando acuerdos de transporte de gas con el archienemigo de Estados Unidos, Irán.

Pero lo más sorprendente es la, a mi juicio, instrumentalización que este partido hace de las posiciones antiamericanas mayoritarias del pueblo turco, con el acercamiento a la Unión Europea y la solicitud de ingreso. Este acercamiento a Europa, que se vende internamente como la necesaria reválida del proceso de modernización del Estado, no está gustando nada a Estados Unidos.

Sobre el ingreso de Turquía en la Unión Europea mi opinión es que Europa debería dar un sí con condiciones marcando de manera clara los pasos a dar (en materia de garantías de no llegada al poder de tendencias islamistas, de derechos humanos, de fortalecimiento del estado de derecho, de perfeccionamiento de los mecanismos de expresión democrática...) hasta la plena incorporación en un plazo que, razonablemente, no debería ser inferior a 30 años.

Un "no" por parte de Europa facilitaría la labor de las tendencias islamistas más radicales que podrían capitalizar electoralmente, mediante un mensaje victimista que siempre funciona, el rechazo europeo. Pienso además que Estados Unidos debería hacer lobby a favor de la incorporación si tuviera cierta perspectiva a medio plazo sobre la situación en Oriente Próximo.

Obviamente soy consciente de los problemas que acarrea la redefinición de las fronteras orientales de Europa, la incorporación de casi 80 millones de nuevos ciudadanos (de los cuales, más de 20 millones viven ahora bajo el umbral de la pobreza), del necesario rediseño de las políticas agrarias (especialmente sobre productos que afectan directamente a la agricultura española)... Pero la apuesta, con precauciones, me parece que debe ser en el sentido de integrar a Turquía.


Sociedad rural - Sociedad urbana

A cualquiera que viaje a Turquía no puede dejar de sorprenderle el enorme contraste entre la modernidad de muchos barrios de Estambul, Ankara y Konya con el resto del país que, salvo las zonas turísticas, basan su economía en el sector primario. Aunque Turquía sigue siendo exportador neto de productos de la agricultura y sus mercados están siempre bien provistos de toda clase de alimentos frescos, en las ciudades hay unas importantes bolsas de población desplazada del campo en busca de mejores condiciones de vida.

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